PARADOJAS ENTRE FORMACIÓN, TALENTO Y TRABAJO EN LA INDUSTRIA PETROLERA

El escenario laboral de la floreciente economía de hidrocarburos está, cada vez más, atravesado por paradojas singulares: mientras más jóvenes aspiran a ocupar nichos ocupacionales precisos, más aumenta la demanda de calificaciones; mientras más crece el presupuesto para educación, menos terminalidad del secundario se registra.

La secundaria completa es un requisito cada vez más necesario pero, cada vez más insuficiente para acceder a buenos empleos en ésta época de profundas transformaciones culturales. Sin embargo, los datos educativos en nuestra provincia son desalentadores: el abandono del nivel medio continúa entre el 60% y el 70%. Estas paradojas no sólo alimentan la exclusión social, el empleo informal y la vulnerabilidad, sino que designan un vínculo conflictivo entre educación y trabajo. En este marco, la escasez de recursos personales y capital cultural enfrenta a nuestros jóvenes a Transiciones Laborales en que alternan períodos de desocupación, empleo precario, inactividad, pasantías, becas o embarazos, antes de lograr cierta estabilidad laboral.

Son paradojas limitantes para el mercado laboral en general, pero mucho más para la Industria Petrolera pues, reducen significativamente la disponibilidad de personal para cubrir posiciones calificadas. Estas vacancias no se resuelven con los beneficios que ofrece el sector al talento en términos de desempeño laboral competente: estabilidad, remuneraciones elevadas, pertenencia identitaria, capacitación permanente.

Para graduados de una Tecnicatura en Petróleo o Gas, el ingreso laboral se allana al dominar los procesos de explotación y las operaciones productivas bajo parámetros de seguridad y calidad. Claro está, desarrollan saberes complejos, como los relacionados con las competencias tecnológicas para operar equipos digitales sofisticados y en inglés. Pero la industria no escapa al escenario laboral general. Aunque los postulantes cumplan requerimientos “técnicos”, los empleadores verifican magros desempeños laborales que adjudican a la “falta de responsabilidad” o a la “falta de compromiso”. Es aquí donde se produce la paradoja más significativa en el mercado laboral de la Industria que, primero da lugar a la perplejidad y, al cabo de un tiempo a la frustración.

Los manuales señalan que el desarrollo profesional es un proceso personal planificado, comenzando con la toma de conciencia sobre intereses, valores, fortalezas y debilidades, la identificación de objetivos profesionales y el diseño de planes de acción para alcanzarlos. Con base en estos supuestos, las empresas realizan planes de carrera, cubren diferentes vacantes e identifican talentos. Grande es la sorpresa de los selectores cuando los postulantes llegan tarde a una entrevista laboral o no se presentan (y tampoco avisan). Mayor aún es la perplejidad de los empleadores luego del ingreso, cuando un día, una semana o un mes después, reciben un mensaje de texto: “hoy no voy a trabajar”, “hoy llego más tarde” o “renuncio, no es lo que buscaba”.

Las Trayectorias Estudiantiles para ingresar a la industria dejan a descubierto las paradojas de la época, tanto para los jóvenes, como para las instituciones formadoras y las empresas, en una coyuntura que necesitamos abordar juntos para fortalecer la formación técnico-profesional, pero fundamentalmente ciudadana.